Esta ruta ya la habíamos realizado varias veces, pero en esta ocasión presentaba un atractivo singular debido a los coeficientes altos que tendría las mareas en esta jornada.
La luna estos días está en una órbita muy baja, casi 30.000 kms. más cerca de lo habitual, los astrólogos comentan que este fenómeno suele pasar de vez en cuando, el sol, la tierra y la luna se alinean y entonces las mareas son más alta de lo habitual, cada dieciocho años concretamente.
Madrugamos y con mi cámara en las manos y acompañada de los amigos caminamos varios kilómetros por la orilla de la Playa de Camposoto para llegar a la Punta del Boquerón, y nunca mejor dicho no tuvo más significado aquellos tanguillos de Cádiz que decía “ …Estaba la playa igual que una feria…”.
Pues si efectivamente ciento y cientos de personas se iban congregando en la zona, fueron muchos los que no se querían perder el espectáculo histórico.
Una vez allí y frente al Castillo de Sancti Petri nos maravillamos, una inmensa lengua de tierra emergía del mar y se abría paso entre las aguas, me vino a la memoria el pasaje de la Biblia, cuando Moisés invoco a Dios para que el Mar Rojo se retirara y pasara el pueblo de Israel.
No había palabra para describir lo que sentí, camine más de un kilómetro tierra adentro o mar adentro según se mire, sobre una lengua de arena blanca y fina hasta casi llegar a la antigua fortaleza del Dios Melkart.
Más de una pensaba que se podría llegar andando al castillo, pero no fue así, tan solo unos trecientos metros nos separaba de la otra orilla, en aquel momento pensaba ¿Cuántas veces había cruzado el canal en piraguas?, enmudecida por tal belleza solo me quedaba inmortalizar aquellos momentos, mientras el murmullo de la gente retumbaba en mis oídos.
El espectáculo también fue seguido desde el otro lado del Caño de Sancti Petri, concretamente desde la escollera situada en la playa del mismo nombre, donde cientos de personas también se agolpaban para ver in situ algo insólito.
El tiempo apremiaba y debía regresar antes de que la marea volviera a subir, de regreso en la playa y de nuevo reunida con los amigos regresamos, en este caso por el sendero de la Punta del Boquerón.
Pasamos por delante de las ruinas de la Batería de Urrutia para localizar el camino correcto, disfrutábamos entonces de la variedad de ecosistemas que la zona nos brindaba, las marismas y los esteros de la localidad de San Fernando se veían diferentes, algunas embarcaciones quedaban varadas por la bajamar.
Jopo Amarillo – Cistanche Phelypaea
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